miércoles, 28 de marzo de 2018

Palabras de perdiz

Miguel es de Pucela, aunque parece el Hércules de una película americana. Pero es mucho más que hombros anchos y pelo acaracolado.
Miguel podría ser locutor de radio, de esos que cuentan historias por las noches. Pero es mucho más que una voz profunda teñida de nicotina.
Miguel se levanta todos los días para ir a trabajar, como tú y como yo. Pero es mucho más que un funcionario público.
Miguel es poeta.
Y no un poeta cualquiera. Es un poeta generoso que lleva años compartiendo con nosotros, cada día, un trocito de su alma.
Miguel comienza este libro agradecido y agradeciendo. Y eso también es poesía. Eso también es Miguel.
Pasas las páginas y hay verdad. Y emoción. Y dulzura. Y dureza. E ironía. Y amor. Sobre todo hay amor: a sus padres, a Lucía, a sus hijos, a la poesía… ¡A la vida!
Y Miguel es alguien capaz de decirte que la poesía es levadura para las masas, y que ama la palabra porque será munición para mañana, que hay que saber desabrochar un sostén y saber decir te amo y seguir viviendo como si nada. Porque en teoría, todo es práctica.
Miguel pone en palabras lo que muchos no sabemos, lo que muchos tememos… Y coloca la felicidad entre gofres de chocolate y ocho horas de sueño. Y hasta se atreve a darnos las claves para que podamos vivir con nosotros mismos: mirar, escuchar y callar. Pero en ese orden. No calles por callar.
Miguel cocina para su hijo la mejor omelette del mundo:

Mi mayor me pide
para cenar
una tortilla de francesas.

Y yo me arranco a reír,
me encomiendo a Poulard
y le doy gusto:
en plato ancho dispongo
a Jeanne D’Arc, Emmanuelle Riva,
Colette, Beauvoir, Duras
y Gavalda.
Y hacemos la tortilla más sabrosa
y libre de la historia.

Y volamos entre risas por la cocina.
Y damos gracias a Dios
por tenernos el uno al otro.

Y algo que cenar.

Miguel Herranz es también Miki Naranja.

Gracias.
SLHLT



Las ilustraciones de Taquen son estupendas y maridan a la perfección con los poemas.

miércoles, 21 de marzo de 2018

La habitación de invitados

Helen prepara con mimo el cuarto de invitados de su casa para la llegada de su amiga Nicola. Se conocen desde hace quince años y ambas son mujeres maduras e independientes que pasan de los 60, aunque Nicola siempre ha sido un espíritu más libre y bohemio.
Nicola tiene cáncer. Va a someterse a un tratamiento alternativo en la ciudad que dura tres semanas, y durante ese tiempo se quedará en casa de Helen.
Pero la Nicola que Helen y su nieta reciben en el aeropuerto no es ni la sombra de lo que fue: no puede con su propia bolsa, arrastra los pies, tiene el cuello y la espalda encorvados y apenas una fina capa de piel tapa sus huesos. Helen la cuidará como si fuera su propia hermana.
Ni la quimio ni la radio han funcionado. Lo que empezó en el intestino ya se ha extendido por todo el cuerpo. Pero Nicola, en lugar de aceptar la gravedad de su situación y mentalizarse para el destino que le espera, ha decidido ignorarlo y hacer caso a todo aquel que le dé un poco de esperanza. Aunque no sea real. Aunque el tratamiento sea una tortura sin garantías. Aunque sea un total y absoluto fraude.
Helen es paciente y calla, aunque se sube por las paredes ante la flagrante estafa y sigue apoyando y cuidando a Nicola con toda la paciencia del mundo. Pero al ver las condiciones en las que vuelve su amiga cada vez que le inyectan vitamina C, la ausencia total de empatía del personal de la supuesta clínica, y la indiferencia de los médicos antes su dolor, su ira va en aumento y estalla. Pero lo peor es que Nicola sigue justificándolo todo y negándose a ver la realidad.
¿Cuáles son los límites de la amistad? ¿Hasta qué punto estarías dispuesto a sacrificar tu vida por cuidar de la de otro que te lo pone muy difícil? ¿Qué derecho tiene alguien a hacerte renunciar a la esperanza, aunque sea ficticia? ¿Quién se acuerda de cuidar al cuidador? ¿Es generosidad? ¿Es sacrificio? ¿Es justo? ¿Quién tiene razón?
Estos son algunos de las cuestiones que te plantea la novela: ¿qué habrías hecho tú? A mí, desde luego, me ha hecho pensar.
En cuanto a la parte literaria, se trata de una novela corta muy bien escrita, donde todo encaja, fluye y tiene sentido, donde no se juzga a nadie, sino que es el lector el que ha de sacar sus propias conclusiones. No esperéis un drama lacrimógeno y sensiblero.
No sabía muy bien qué me iba a encontrar con esta novela y me han sorprendido mucho el enfoque y el estilo. Me ha gustado.
SLHLT

miércoles, 14 de marzo de 2018

La balada del norte. Tomo 2.

La segunda parte de esta trilogía continúa en el punto exacto donde terminó el anterior: ¡¡estalla la Revolución!!
Tristán y el Marqués escapan a la capital, donde tienen una casa y no les faltará de nada. Allí se ponen en contacto con las fuerzas vivas de la ciudad y pasan los días hablando y bebiendo, tratando de “buscar una solución” pero sin entender los motivos del enemigo, y atrincherados en lugar seguro mientras la ciudad es tomada y los muertos de uno y otro bando alfombran las calles.
Apolonio e Isolina, marchan junto a muchos más mineros a la capital. Una vez allí, y ambos fusil en mano, harán lo que les manden: subir a lo alto de un edificio de varios pisos y disparar a todo aquel que asome por la calle. Los días que allí pasan les servirán para establecer una relación con los habitantes de la casa que han ocupado, para pensar y para darse cuenta de muchas cosas:
<<...esto no es como la mina. En la mina se muere Pompilio… pero no se mata>>
El autor trata este capítulo de la historia con mucha más profundidad de lo esperarías en una novela gráfica. Dibuja crímenes de ambos bandos e ilustra con detalle la toma de la fábrica de armas, la quema del Campoamor, la torre de la catedral como nido de francotiradores, el intento de volar por los aires esa misma catedral, la ilusión inicial, las disputas entre los distintos comités, y el miedo de la gente en la ciudad y en los pueblos, unos a los que se levantaron en armas y otros al ser conscientes del fracaso de la revolución en el resto de España y al verse rodeados por ejércitos del gobierno de la República por todos los flancos posibles.
<<Esto de la Revolución es una milonga, porque nos dijeron que era el sueño de todos…
Pero era mentira. Era el sueño de cada uno>>.
Ahora queda la tercera parte. Lo peor: las represalias. La represión.
Muy bueno. Os lo recomiendo.
SLHLT

miércoles, 7 de marzo de 2018

La hija del comunista

Katia se dice igual en español, en alemán y en ruso. Por eso mi padre lo eligió.
Se vino antes de acabar la guerra. La nuestra. Algo pasó que cambio su vida y se echó al monte. Una de las veces que volvió al pueblo se casó con mamá. Y al poco se marchó a Alemania. Era valioso para el partido. Otra guerra. Mamá le siguió después. Luego nací yo. Después Martina.
Cuatro paredes y una ventana. Prohibido mirar debajo de la cama de matrimonio. Mamá se niega a aprender alemán y yo le traduzco en el mercado. No se habla de la vida de antes. Si pregunto solo hay silencio y tristeza. Tenemos que estar agradecidas por la libertad. Allí no la habríamos tenido. Pero tampoco se puede volver. Noticias de España en sobres escondidos debajo del pescado. Colas para todo. Hoy he conseguido huevos. Pero se han roto.
Crecer. Sin entender nada. Nacer en Alemania aunque me digan española. Silencio. Seguir adelante. La universidad. Y un profesor español. Discusiones. Más silencio. Libros.
Alguien me observa. Me sigue. Es guapo. Del otro lado. Ahora no paro de pensar en él. Un libro a la puerta. Un coche frente a casa. Fiesta en las calles. Ritmo cubano en el centro de Europa. Bailo. Lo espero. Lo anhelo. Lo escucho.
Me voy. Sin despedirme. Puede que para siempre.
Un coche. Una frontera. Un río. Una vida nueva. ¿Mi vida?
El tiempo pasa. ¿Es esto la vida? Anhelo la otra. Aunque escapé. Hasta el aire huele diferente. Y llegan las niñas. ¿Soy ya más feliz? Una llamada: “Papá ha muerto”.
Y el tiempo me pesa. Y arrasa con todo. Hasta con la piedra y el hormigón del muro. Ahora puedo volver. ¿Puedo? ¿Debo? Silencio. Mentira y verdad. Más silencio.
La hija del comunista es una historia interior que araña y duele. Una historia que habla de aprender a vivir con las decisiones que tomamos. Una historia de los muros que nos separan. De los que levantamos nosotros. Y de los que levantan otros a nuestro pesar. Una historia de verdades a medias, de mentiras pequeñas que nos contamos a nosotros mismos para poder pasar el día, y de grandes mentiras. Es una historia de nostalgia y de silencios: ¡¡de silencios que atruenan!! Y que te impiden dormir.
Con frases cortas, directas y casi poéticas, Aroa Montero teje una gran primera novela que apunta directamente al centro de gravedad, y donde lo que no dice es casi tan importante como lo que sí cuenta. Triste y bonita. Como el recuerdo de lo que un día fuimos.
SLHLT