miércoles, 4 de octubre de 2017

La infancia de Jesús

La infancia de Jesús comienza y acaba con una huida.
Simón y David llegan a Novilla huyendo de otro lugar. No son padre e hijo. No son ni tan siquiera sus verdaderos nombres. Simón cuidará del niño hasta que encuentren a su madre. No saben quién es. El niño tenía su nombre en un papel. Pero el papel se perdió.
Tras pasar unos días en el Centro de Reubicación, les asignan un departamento para vivir. Uno de tantos. En bloques de pisos iguales. Todo el mundo es amable. Simón encuentra un trabajo en los muelles descargando trigo. Simón es más viejo que los otros hombres. Los sacos pesan. Pero al final del día consigue unas monedas para poder comprar fruta y verdura para David. Un niño tan pequeño no puede vivir solo de pan.
En Novilla es como si la gente haya olvidado voluntariamente el pasado. No hay recuerdos. No hay dolor. No hay deseo. No hay carne. Eso sí: hay pan.
Simón le encuentra una madre al niño e intenta apartarse. Aunque no lo consigue. David es un niño especial. Diferente. Y esas diferencias se agigantan cuando ha de ir a la escuela. No se adapta. No sigue las normas. Lo consideran un pequeño peligro. Aquel no es su lugar. Y quieren meterlo en una institución. No lo consentirán. ¡Huirán!
Coetzee, en esta obra nos presenta dos personajes que se encuentran en una búsqueda permanente. La utopía una vez alcanzada les desilusiona. Deberían adaptarse, como todos los demás, pero no lo consiguen. Aquel no es tampoco su lugar en el mundo.
Nos encontramos con una novela solo simple en apariencia. Situada en un escenario distópico, se trata de una historia críptica, casi filosófica, y plagada de diálogos intensos que buscan encontrar el sentido de la existencia.
Y por mucho que busquéis no encontraréis a ningún Jesús.

Me ha gustado su extraña oscuridad y lo mucho que me hizo pensar, aunque haya sido dura de roer.
SLHLT

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