miércoles, 30 de noviembre de 2016

Los peces no cierran los ojos

"Para alguien nacido en Nápoles, el destino está a sus espaldas, es provenir de allí. Nacer y crecer en esa ciudad agota el destino: vaya uno donde vaya, ya lo ha recibido como dote, mitad lastre, mitad salvoconducto".
Desde la perspectiva que da más de media vida vivida, un hombre, napolitano, de la generación de después de la guerra, recuerda uno de los veranos de su infancia.
Diez años: "la infancia acaba oficialmente cuando se añade el primer cero a los años". La playa de la isla, mamá, los libros de papá, crucigramas y libros de pasatiempos, nadar a espalda, clases para recuperar las matemáticas, aprender a pescar, a usar los remos y a echar el ancla, sabor a sal y a culpa en la piel, cartas desde América, el poso de la guerra, la chica del norte que leía novelas policíacas, pasar desapercibido, ser invisible, una paliza, salir del cascarón aunque sea a golpes, mi mano enamorándose de su mano, dejar los ojos abiertos al besarla, como los peces, que no cierran los ojos.
Y no recordar su nombre...
Este es un libro precioso que narra los recuerdos de un verano, aquel en el que el protagonista dejó atrás la niñez. Es una historia iniciática, tierna y dura, escrita con maestría en la que "se topa uno, leyendo, con frases sísmicas".
¡Me ha encantado!
SLHLT

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