sábado, 12 de noviembre de 2016

La edad de la ira

"Hace tiempo que nos odiamos. Es mutuo, supongo. A él nunca le he gustado. La diferencia es que ahora, desde que mi madre no está, ya ni siquiera lo disimula."
Estas son las primeras líneas de La edad de la ira de Fernando J. López.
Es el último texto que Marcos aporrea en la Olivetti de su padre. Es para la clase de Lengua. Es para el profe nuevo. Sólo hace una semana que empezaron las clases.
Marcos tiene 16 años. Es alto, atlético y un líder nato. Despliega un magnetismo natural que hace que en el instituto sus compañeros y muchos profesores lo adoren. Sandra, su novia, y Raúl son sus escuderos inseparables. Pero desde la muerte de su madre, el curso anterior, Marcos está muy triste y algo en él está cambiando.
"Un chico de 16 años mata a su padre a golpes con una máquina de escribir" - podría ser uno de los titulares de los muchos periódicos que publicaron la noticia.
 "El hermano del asesino de la máquina de escribir, entre la vida y la muerte" - podría haber sido otro.
Santiago es periodista y dobla a Marcos en edad. No lo conoce. Lo único que tienen en común es haber estudiado en el mismo instituto. Como todo el mundo, ha seguido esta historia a través de la prensa, pero hay algo que no le cuadra. Tras convencer a su editora comienza a investigar: ¿Qué le pudo pasar esa primera semana de curso para acabar, el domingo, matando a su padre de una manera tan salvaje?
Gracias a Inés Andrés y a sus contactos y experiencias twiteras hemos descubierto en el instituto a Fernando J. López. ¡Qué gran acierto elegir sus lecturas para los chicos!
Me ha gustado mucho. Es un libro lleno de búsquedas: la búsqueda de la verdad, del amor, de un lugar en el mundo, de la amistad, del placer y de la propia identidad. Todo ello enmarcado en un mundo muy cercano y muy desconocido a la vez: el de la adolescencia, que es el mundo de la intensidad, del tiempo infinito, del aquí y del ahora, de la inmortalidad.
Y uno de los escenarios adolescentes por excelencia es el instituto, que el autor ha sabido reproducir como pocos. Un instituto que me creo, y aunque no me sienta identificada completamente con ninguno de los personajes, todos ellos son perfectamente reconocibles.
SLHLT

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