domingo, 6 de noviembre de 2016

Demonios familiares

Volver a casa también es volver a verte a través de los ojos de quien siempre te ha conocido, recordar viejos tiempos, viejas historias y viejos libros, y darte cuenta de lo mucho y lo poco que hemos cambiado. Este estado nostálgico hizo que se me antojara Ana María Matute. La tenía olvidada. Cogí su última obra, su obra póstuma, y con sólo unos párrafos la reconocí, y me sentí cómoda en esa atmósfera tan suya.
1936. Queman el convento donde Eva lleva un año. Yago la va a buscar y la devuelve sana y salva a casa, a la casa del Coronel, a la casa donde se crio sin una madre, con una abuela crítica, y un padre autoritario y frío. Pero una casa con Magdalena, la dueña de la cocina y del orden, la que lo sabe todo y lee a través de ti, y la que te quiere, porque te ha criado, aunque ese sea su trabajo.
Eva empezará a crecer y a descubrir la vida, el amor, la historia de su familia, la amistad, los secretos que se callan y que lo pudren todo. Y estalla la guerra. Y también aprende a distinguir y reconocer los sonidos del frente y a leer entre líneas, y que no todo es blanco o negro.

Y... cuando ya estaba metida hasta las rodillas, ¡la historia se corta! ¡Debo ser la única que no sabía que habían publicado una novela inacabada! ¡Eso no se hace!
Sé que va a acabar mal, sé que va a haber una gran traición, sé que va a haber muertes, sé que se van revelar más secretos, sé que nadie saldrá ileso... Pero no sé nada, porque no está escrito.
A pesar de esta faena, es un libro muy Matute y me ha gustado. Imaginaré mi final.                  SLHLT

No hay comentarios:

Publicar un comentario