sábado, 22 de octubre de 2016

El lector del tren de las 6.27

Guibrando Viñol trabaja en una planta de tratamiento de residuos, como encargado de manejar "la cosa", una máquina que destroza libros y los convierte en pasta de papel. Cada día al acabar la jornada y poner a punto la máquina para el día siguiente, rescata algunas hojas que se han librado de las fauces de "la cosa", las guarda, las pone a secar y a la mañana siguiente las lee en voz alta a los pasajeros que ocupan su vagón, en el tren de las 6:27, que lo devuelve a un trabajo que detesta.
Un día como cualquier otro, encuentra un pendrive que contiene una especie de diario y las cosas empiezan a cambiar.
Me ha sorprendido. Este libro tiene un planteamiento diferente y original, que me dejó una sonrisa en la cara al terminarlo.
Lo mejor, los personajes secundarios que lo habitan, todos ellos aferrándose a los libros para ganar día a día la partida a la vida: un vigilante de seguridad que sólo habla en versos alejandrinos, un hombre que busca retazos de sus piernas amputadas en una guía de plantas, dos hermanas ancianas que viven en una residencia y buscan quién les lea, una joven que escribe un diario maravilloso mientras atiende un urinario público, y un pez de color rojo, a modo de compañero de vida de nuestro protagonista.
¡Me ha gustado!                                                                                                                     SLHLT

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